"He aprendido que el mundo quiere vivir en la cima de la montaña,
sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada"
Gabriel García Márquez
Abiertos
al diálogo con los demás, descubrimos que cada hombre y mujer buscan, a su modo
y con criterios propios o ajenos, la felicidad. Este estado que resulta siempre
tan difícil de definir, pero que desvela a quienes, lanzados al camino en su
búsqueda, indagan cuál es la senda que los conducirá a ese bien preciado.
Una
primera pregunta asoma al hablar de la felicidad: ¿se tratará, verdaderamente,
de un estado o hablamos de momentos “esporádicos y efímeros”, flahes de goce,
sensaciones de bienestar que alternan, continuadamente, con otros momentos,
también esporádicos (pero vividos, quizá, como permanentes) de tristeza y
dolor?
Si
la felicidad se compone de “momentos” (un día soleado disfrutado a pleno, un
beso y una caricia, un plato delicioso y abundante) significa que puede
perderse o, al menos, alternar con otros momentos no tan placenteros.
Por
el contrario, si la felicidad se alcanza y se percibe como duradera, es que el
hombre se considera feliz aún debiendo afrontar situaciones dolorosas, tristes
o incómodas… Vivir como hombre en un contexto deshumanizado.
En vida [1]
Codicia y soberbia
asoman su espada,
la rabia que estalla
nos quiere dominar.
La violencia avasalla,
enfrentando, separando,
los reproches son balas,
aturden al pasar.
No pretendo fingir lo que soy
diciendo a todo que sí,
callando esta ilusión,
silenciando el sentir.
La felicidad sólo es felicidad en vida,
los deseos realidad, se sienten y verás, germinan.
Mentiras que marcan
la culpa y su bronca,
el odio que brota,
una herida mortal.
Arrogancia y envidia,
la ignorancia que avanza,
no existe batalla perdida
sin pelear.
Sigo acá, ya me ve, sigo acá, ya me ves,
resistiendo así,
sin olvidar lo que soy,
ni lo que me hace vivir.
La felicidad sólo es felicidad en vida,
los deseos realidad, se sienten y verás, germinan.
La felicidad sólo es felicidad en vida,
los deseos realidad, se sienten y verás, germinan.
asoman su espada,
la rabia que estalla
nos quiere dominar.
La violencia avasalla,
enfrentando, separando,
los reproches son balas,
aturden al pasar.
No pretendo fingir lo que soy
diciendo a todo que sí,
callando esta ilusión,
silenciando el sentir.
La felicidad sólo es felicidad en vida,
los deseos realidad, se sienten y verás, germinan.
Mentiras que marcan
la culpa y su bronca,
el odio que brota,
una herida mortal.
Arrogancia y envidia,
la ignorancia que avanza,
no existe batalla perdida
sin pelear.
Sigo acá, ya me ve, sigo acá, ya me ves,
resistiendo así,
sin olvidar lo que soy,
ni lo que me hace vivir.
La felicidad sólo es felicidad en vida,
los deseos realidad, se sienten y verás, germinan.
La felicidad sólo es felicidad en vida,
los deseos realidad, se sienten y verás, germinan.
Atendiendo
al contenido de las estrofas, descubrimos un contexto que no favorece la
búsqueda de la felicidad o su goce. En las distintas estrofas se mencionan las
siguientes actitudes:
·
La
rabia que estalla
·
Los
reproches transformados en balas
·
Los
sentimiento silenciados
·
El
odio brotando…
·
Sentirse
derrotado, dejar de pelear
·
Resistir…
¿Es
posible ser feliz en este contexto? ¿Qué actitud asumir? Para Aristóteles el
comportamiento adecuado es la mesura, esa posición equilibrada (¿es posible
esto?) entre dos extremos que son defectuosos: «La valentía o fortaleza es un
justo medio entre el temor y la temeridad; la templanza, un justo medio entre
la insensibilidad y el desenfreno; la mansedumbre, un justo medio entre la
cólera y la apatía…” [2]
Por
su parte, el estribillo alude al clamor de la conciencia humana que ruega por
una vida feliz. Hacerse cargo de los propios sueños e ilusiones y ponerse en
marcha para hacerlos realidad. Así, resuenan las enseñanzas de Epicuro[3]:
el hombre ha de llevar una vida tranquila, feliz, que se alcanza cuando no hay
temor ni preocupaciones.
Pero,
¿cómo saber cuál deseo, sueño o ilusión puede proporcionar al hombre la tan
anhelada felicidad? Dice Epicuro: “Del mismo modo hay que saber que, de los
deseos, unos son necesarios, los otros vanos, y entre los naturales hay algunos
que son necesarios, y otros tan sólo naturales. De los necesarios, unos son
indispensables para conseguir la felicidad; otros, para el bienestar del
cuerpo; otros, para la propia vida. De modo que, si los conocemos bien,
sabremos relacionar cada elección o cada negativa con la salud del cuerpo o la
tranquilidad del alma, ya que éste es el objetivo de una vida feliz, y con
vistas a él realizamos todos nuestros actos, para no sufrir ni sentir
turbación. Tan pronto como lo alcanzamos, cualquier tempestad del alma se
serena, y al hombre ya no le queda nada más que desear ni busca otra cosa para
colmar el bien del alma y del cuerpo. Pues el placer lo necesitamos cuando su
ausencia nos causa dolor, pero, cuando no experimentamos dolor, tampoco
sentimos necesidad del placer”. [4]
¿Cuál
será el camino que el hombre ha de recorrer para apartarse de la infelicidad?
¿Cómo mantener viva la esperanza de hallar eso que tanto anhela? ¿Es algo que
se busca afanosamente o que llega a la vida del hombre como consecuencia de sus
opciones? Para Aristóteles, la felicidad es el bien supremo, un bien “sobrevenido”
que se hace presente en la vida del hombre como consecuencia de una vida
virtuosa. “Séneca, que
recogió la enseñanza de Aristóteles, lo comparaba a las amapolas que crecen en
un campo de trigo y lo embellecen, por añadidura, sin haberlas sembrado ni
buscado”. [5]
[1] Tema
perteneciente a la banda Pampa Yakuza, integrada por Hernán
Saravia en voz, Federico Quiroga en voces, Adrián Brunetto en guitarra, Ariel
Viale en batería y percusión, Gustavo Vitale en percusión, Luciano Katz en
guitarra, charango, banjo y coros, Ricardo Jahni en bajo, Salvador Rodofili en
saxo alto, tenor y acordeón y Darío Varela en trombón. Pampa Yakuza fue formada
en 1997 y, después de un tiempo de separación, reanudan su trabajo en el 2001.
Su estilo musical es de fusión, destacándose un interesante diálogo entre el reggae,
el folklore y el rock. “En vida” forma parte de la obra “Pampa Cadabra” editada
en 2013.
[3] Epicuro
(342-270 aC.), filósofo griego, fundador de la Escuela del Jardín, famosa por
estar abierta a la participación de las mujeres. Su propuesta ética es llamada
hedonista ya que sitúa a la búsqueda del placer (no entendido en términos
materiales, sino espirituales y afectivos que conducen a la tranquilidad del
alma) como el objetivo primordial del hombre.
[4] Epicuro – Carta a
Meneceo.-
[5]
Marías, Julián.- Historia de la Filosofía.- Biblioteca de la Revista de Occidente.-
Madrid.- 33º edición.- pág. 77.-
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