Transparencia, exhibicionismo y confianza

Las redes sociales han creado nuevas formas de comunicación, veloces, efectivas y, a la vez, conflictivas. Un nuevo mundo ha surgido de ellas, el mundo de las relaciones virtuales. Estas relaciones consumen tiempo en la vida de los hombres: definición de un perfil, búsqueda y tratamiento de contenidos, elaboración de información… exigen dedicación y un cambio en los estilos de comunicación. Las redes han posibilitado la interconexión entre personas físicamente lejanas, la formación de grupos de interés común, la “bajada de línea”, promoción de ideas, de productos, de trabajo. Hasta la vida privada encontró un lugar donde exhibirse…

Ciertamente, las redes sociales han traído numerosos beneficios en orden a la comunicación (han efectivizado la comunicación acercando a quienes estás físicamente lejos, han permitido aunar voluntades en la búsqueda de un bien: de la justicia y la paz), pero, también han propuesto desafíos: ¿Cuál es el uso correcto de estas redes de comunicación? ¿Cuál es el límite entre lo público y lo privado? ¿Cómo actuar frente a la creciente pérdida de la privacidad?

El chisme, el comentario malicioso, la revelación de secretos contados “entre sombras” no tiene un inicio en la historia, han acompañado al hombre desde el mismo instante en que éste descubrió que había actos públicos y privados y que, develar lo privado entrañaba cierta fascinación… ¿Por qué es así? ¿Qué impulsa al hombre a querer conocer el mundo privado?

La canción “Mariel y el Capitán” de Sui Generis es un ejemplo de la intromisión en la vida privada y de las “habladurías” frente al estado del otro. En la canción, el consorcio se reúne sin la presencia de uno de sus integrantes, el capitán, que se encuentra con su amante, situación que motiva los comentarios de las “damas indignadas”. ¿Qué motiva las habladurías de los miembros del consorcio? ¿La ausencia del capitán? ¿Una relación furtiva y el escándalo que esta pueda generar? ¿Los celos o la envidia? Como sea, los comentarios terminan dando lugar a la violencia y la muerte de la malograda pareja mientras el consorcio “festeja”.

Mariel y el capitán

Ella toma el ascensor a la mañana
sin temor a que se caiga.
Baja en el 5° piso y toca con dos golpes
a la puerta "C",
se abre y entra Mariel.

En el 5° vive él, es el valiente
capitán de la fragata.
Y cuando llega Mariel deja la gorra
y sirve té con limón
o a lo mejor café.

El consorcio se reunió y del capitán se habló
y las damas indignadas protestaban,
pero el capitán faltó y a la reunión no asistió
era natural estaba con Mariel.

Ella toma el ascensor a la noche
sin temor a que se caiga
pero al 5° no llegó, alguien la cuerda le cortó
y se cayó.
Y así Mariel murió.

Y el pobre capitán
lleno de espanto y de dolor
se suicidó.
Y al instante el consorcio una fiesta organizó
¿A dónde fue? Fue en el 5° "C".

El consorcio festejó y del capitán se habló
y las damas satisfechas sonrieron
pero el capitán faltó y a la reunión no asistió
era natural estaba con Mariel
¿A dónde estaba él?


¿Queda claro para qué se reúne el consorcio? ¿Por qué el tema de conversación es el capitán? ¿Cuál es el motivo de protesta de las damas indignadas? ¿Se trata de la presencia de Mariel o el estilo de vida del capitán? Sin dudas, el 5° C fue el escenario donde las miradas indiscretas se posaron buscando desentrañar que ocurría entre las paredes del pequeño departamento.

¿Cuál es el motivo de la intromisión en la vida privada? ¿Qué se busca? ¿Qué se pretende? Conocer los secretos de otros entraña cierto poder. Poseer información permite situarse a unos pasos de ventaja del otro.

Durante mucho tiempo, dos tendencias reconocidas como perversiones se desarrollaban en ámbitos restringidos, no extendidos a la mayoría: el voyeurismo y el exhibicionismo.

El primero impulsado por el deseo de entrar en la vida privada de los demás, espiar qué se esconde “detrás del velo”, invadir el mundo privado. Calificada de perversión, el voyeurismo ha sido tratado en el cine en numerosas películas, demostrando que el gusto por entrar en el ámbito privado trae consigo el poder que da la información (como ya se ha mencionado), el saber cómo son las cosas en la intimidad.

Por otro lado, el exhibicionismo es el gusto de mostrarse. Mostrar, ¿qué? ¿Para qué? Para atraer, para gustar, para provocar el deseo, para protestar, para perturbar…

En una conferencia sobre el tema de la privacidad, Umberto Eco, afirmó: “Creo que una de grandes tragedias de la sociedad de masas, la sociedad de la prensa, de la televisión y de internet, es la renuncia voluntaria a la privacidad. La máxima renuncia a la privacidad (y, por tanto, a la discreción, incluso al pudor) es —en el límite de lo patológico— el exhibicionismo. Ahora bien, me parece paradójico que alguien tenga que luchar por la defensa de la privacidad en una sociedad de exhibicionistas”. [1]
La intimidad se consideraba un valor, junto al pudor y la reserva, cuidando del ámbito privado de miradas indiscretas. Pero con el paso del siglo XX, el crecimiento de los medios de comunicación, el desarrollo de internet, en general, y de las redes sociales, en particular afectaron crecientemente el límite entre lo privado y lo público. “La gente se va convirtiendo en exhibicionista porque aprende que ya no hay nada que pueda ser privado, y si ya no hay nada privado tampoco ninguna conducta puede ser ya escandalosa”. [2]

Soda Stéreo narra las sensaciones del “espía y el espiado” en la canción “Persiana americana”.


Persiana americana [3]

Yo te prefiero 
fuera de foco
inalcanzable.

Yo te prefiero
irreversible
casi intocable.

Tus ropas caen lentamente
soy un espía, un espectador
y el ventilador desgarrándote
se que te excita pensar
hasta dónde llegaré.

Es difícil de creer,
creo que nunca lo podré saber
sólo así yo te veré
a través de mi persiana americana.

Es una condena agradable
el instante previo,
es como un desgaste,
una necesidad
más que un deseo.

Estamos al borde
de la cornisa
casi a punto de caer,
no sientes miedo, sigues sonriendo
se que te excita pensar hasta dónde llegaré

Difícil de creer
creo que nunca lo podré saber,
solo así yo te veré
a través de mi persiana americana.

Tus ropas caen lentamente
soy un espía un espectador
y el ventilador desgarrándote
se que te excita pensar hasta dónde llegaré

Es difícil de creer
creo que nunca lo podré saber
solo así yo te veré
a través de mi persiana americana
que pueda suceder
no gastes fuerzas para comprender
solo así yo te veré
a través de mi persiana americana
difícil de creer
creo que nunca lo podré saber
sólo así yo te veré
a través de mi persiana americana
difícil, difícil de creer
creo que nunca lo podré saber
sólo así yo te veré
a través de mi persiana americana
sólo así yo te veré
a través de mi persiana americana.



Hoy, en los vínculos establecidos a través de las redes sociales se potencian estas dos conductas (el voyeurismo y el exhibicionismo) que, en este marco se necesitan mutuamente. Dar y recibir información, es el juego que se establece en este ámbito. Aquello que se reservaba al ámbito privado, hoy se verbaliza sin pudores ni complejos, esperando, a la vez, ser partícipe de la exhibición del otro.

Diversas situaciones, conceptos e ideas potencian en esta doble conducta de mirar y ser mirado:

·   Las cámaras de seguridad: recuerdan el planteo del Gran hermano, invención de George Orwell, narrado en la obra “1984”. Hoy, extendidas en los más diversos ámbitos, a fin de resguardar la seguridad ciudadana, las cámaras registran la vida cotidiana en peajes, comercios, bancos, centros culturales, calles… ¿Existe algún límite para registrar lo que sucede públicamente? ¿Le asiste al hombre el derecho a no ser filmado? “Sonría, lo estamos filmando”, ¿es una expresión de bienvenida o de amenaza? “El que avisa no traiciona”, afirma el dicho popular.


·   El “Panóptico” de Benthan, edificio/prisión vidriada, dispuesto de manera tal que los habitantes del mismo pueden ser observados desde diversos puntos permitiendo su control y vigilancia es representado hoy por el conjunto de las Redes sociales que exponen al hombre al comentario, la calificación (o descalificación) del pulgar en alto. Servicios como Google heart o Google street resultan, a primera vista, muy beneficiosos, pero entrañan una pérdida de la privacidad inquietante: hombres filmados, fotografiados, localizados desde satélites… El mundo visualizado desde el espacio se entendido como “Panóptico”.

·  Las “cookies”. Pequeños programas que, entre otras funciones, almacenan información sobre los gustos de navegación de un usuario. El uso de esta información es incierto (actualmente, diversos sitios web informan sobre su política de “cookies”) y ha llevado a objetarlas por su uso publicitario/comercial. Ciertamente, un usuario de internet se encuentra que visitar una página web no es un acto privado sino que, gracias a este tipo de programas, un sitio puede realizar maniobras de seguimiento sobre gustos, preferencias y prácticas habituales de quienes navegan en internet.

¿Cuál es el verdadero sentido de todas estas prácticas que, desde las redes sociales y los muy diversos desarrollos tecnológicos, han cambiado los modos de relacionarnos entre las personas? Sin dudas que es beneficioso el poder comunicarnos con fluidez, sin obstáculos… Las redes sociales han traído nuevas posibilidades de comunicación: acercar realidades, expresar ideas, promover tendencias… Pero, ¿cómo resguardar nuestra intimidad? ¿Cómo comunicarnos efectivamente sin dar lugar a prácticas exhibicionistas o voyeuristas? ¿Se es transparente cuando se muestra la vida sin pudor o cuando se es auténtico en las relaciones humanas?

Afirma el filósofo coreano Byung-Chul Han: “La confianza sólo es posible en un estado medio entre saber y no saber. Confianza significa: a pesar del no saber en relación con el otro, construir una relación positiva con él. La confianza hace posibles acciones a pesar de la falta de saber. Si lo sé todo de antemano, sobra la confianza. La transparencia es un estado en el que se elimina todo no saber. Donde domina la transparencia, no se da ningún espacio para la confianza. En lugar de «la transparencia produce confianza» debería decirse: «la transparencia deshace la confianza». La exigencia de transparencia se hace oír precisamente cuando ya no hay ninguna confianza. En una sociedad que descansa en la confianza no surge ninguna exigencia penetrante de transparencia. La sociedad de la transparencia es una sociedad de la desconfianza y de la sospecha, que, a causa de la desaparición de la confianza, se apoya en el control. La potente exigencia de transparencia indica precisamente que el fundamento moral de la sociedad se ha hecho frágil, que los valores morales, como la honradez y la lealtad, pierden cada vez más su significación. En lugar de la resquebrajadiza instancia moral se introduce la transparencia como nuevo imperativo social”. [4]

En este contexto de aldea global, ¿hemos perdido la confianza en el hombre? ¿Será el control la nueva práctica que regirá nuestras relaciones humanas? ¿Cuál es el sentido de digitalizar la vida cotidiana? ¿Seguridad, posteridad? ¿No será tiempo de volver a instalar el valor del pudor en resguardo de la intimidad? Mientras escribo estas líneas una persona me apunta con su celular y toma una fotografía…





[1] “La pérdida de la privacidad” en Eco, Umberto.- A paso de cangrejo- Artículos, reflexiones y decepciones, 2000-2006.- Buenos Aires: Debate.- 2008.-
[2] Umberto Eco, op. cit.
[3] Soda Stéreo – Signos (1986)
[4] “Revista Ñ” N° 568 - Recuperado el 30 de agosto de 2014 de http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/filosofia/sociedad-control-Byung-Chul-Han_0_1194480561.html

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